Brotar no es lo mismo que despertar. En el viñedo en general, ese momento en que las yemas se abren marca mucho más que el inicio del ciclo: define el éxito o el fracaso de toda la campaña. Porque si la brotación falla por frío insuficiente, cepas débiles o manejo inadecuado todo lo que viene después se tambalea: el equilibrio vegetativo, la calidad del racimo de uva, la productividad del parral.
Pero hoy el productor de uva de mesa sin semillas no está solo frente al clima. La experiencia de campo se cruza con bioestimulantes, sensores, modelos fenológicos y nuevas estrategias de manejo que permiten anticiparse y corregir a tiempo.
En Moyca, llevamos años perfeccionando estos procesos para que cada racimo exprese su máximo potencial. Porque entre la savia que sube, el racimo que cuaja y la fruta llega a tu mesa hay un arte que empieza con saber mirar… y decidir bien.
En este artículo, exploramos en profundidad cómo lograr una brotación uniforme y vigorosa en uva de mesa sin semillas, y cómo transformar ese inicio en una campaña exitosa gracias a un manejo en verde preciso, equilibrado y tecnificado.
Soluciones eficaces para facilitar la brotación en uva de mesa
Lograr una brotación uniforme, temprana y completa es deseable en viñedos de uva de mesa, pues facilita el manejo y asegura el potencial productivo.
Cuando las condiciones naturales no garantizan esto (por ejemplo, inviernos suaves, cepas debilitadas, variedades de brotación lenta), se pueden tomar diversas medidas para facilitar o mejorar la brotación:
Te comparto algunas de las más destacadas e implementadas:
Elección varietal y portainjertos adecuados
La solución más básica es prevenir el problema eligiendo variedades adaptadas a la zona. En la Región de Murcia, contamos con una amplia diversidad climática. En las zonas cercanas a la costa y los valles del río Guadalentín y Segura, donde el invierno es relativamente suave, es preferible plantar variedades de brotación precoz y/o media, que no requieren muchas horas frío, en cambio en las zonas de interior, las comarcas del Noroeste y Altiplano, las variedades de brotación tardía se adaptan mejor.
Asimismo, emplear portainjertos bien adaptados al suelo y clima locales. Un portainjerto que sincronice su despertar con la variedad ayuda a una brotación vigorosa; se ha observado que algunas combinaciones de injerto en vid muestran falta de sincronía (la variedad brotaría pero el portainjerto aún inactivo no envía savia suficiente).
En Murcia el patrón más utilizado es el 1103 Paulsen (cruce de vitis berlandieri-vitis rupestis) ya que se adapta a los condicionantes edafológicos de nuestros suelos, por tener una elevada resistencia a la caliza activa, clorosis, salinidad y nemátodos y aparte una elevada resistencia a la sequía debido a su potente sistema radicular.
Esta decisión varietal es más difícil de corregir en parrales ya establecidos, pero el injerto de cambio varietal es posible si una variedad resulta problemática.
Poda y carga ajustada
Como se mencionó, una poda más corta dejando menos yemas por cepa puede mejorar el porcentaje de brotación efectiva al reducir la competencia entre brotes. Es preferible tener 90% de brotación sobre 10 yemas que 60% sobre 16 yemas, por ejemplo.
Bioestimulantes y nutrientes
La utilización de bioestimulantes de origen natural se ha vuelto popular, tanto en cultivos convencionales como en ecológicos, para impulsar la brotación y el arranque primaveral.
Estos incluyen extractos de algas marinas, aminoácidos, vitaminas y oligoelementos que se aplican generalmente vía foliar o al suelo a finales de invierno o en yemas hinchadas. Por ejemplo, formulaciones comerciales con algas y aminoácidos aseguran “un buen comienzo” y ayudan al cultivo a “salir con fuerza tras la parada invernal”
Algunos de estos productos aportan citoquininas naturales (presentes en las algas) que promueven la división celular en las yemas, u otros metabolitos que reducen el estrés de la vid post-dormancia.
En agricultura ecológica están permitidos muchos de estos insumos (siempre que sean de origen natural), por lo que son una herramienta importante para compensar la ausencia de otros fitorreguladores.
Además, asegurar un buen nivel de nutrientes clave en la planta es importante: un aporte adecuado de zinc y boro en el tejido de yemas, por ejemplo, se asocia a mejor brotación y fertilidad de estas (estos micronutrientes participan en la salida de dormancia y el desarrollo floral).
Por ello, en los programas de fertilización de vid de mesa se suele incluir aplicaciones postcosecha u otoñales de boro y otros elementos, así como al inicio de brotación.
Ruptores de dormancia (fitorreguladores)
En casos necesarios, se pueden utilizar productos químicos autorizados para inducir brotación. Como mencionamos, el Dormex (cianamida) fue ampliamente usado, pero tras su prohibición en la UE, han surgido alternativas.
Una de ellas es combinados de nitrógeno y Calcio aplicados a las yemas inducen una ruptura de la dormancia activando las rutas metabólicas para despertar yemas
También el aceite mineral de invierno (uso tradicional en frutales de hueso) puede aplicarse en vid: crea una película que altera el intercambio gaseoso de la yema e igualmente puede adelantar y homogeneizar el desborre, aunque su eficacia es limitada y debe usarse con precaución.
Algunas empresas ofrecen productos formulados específicos: por ejemplo, un combinado conocido es Erger + Activ Erger, usado en uva de mesa en Italia y Chile, que contiene compuestos nitrogenados y activadores en dos aplicaciones consecutivas; otros nombres comerciales incluyen Glutamax, Breaker, etc. con distintas composiciones (a veces azúcares, nitrógeno, azufre, calcio). Estos tratamientos suelen aplicarse hacia finales del invierno, calculando unos 30-45 días antes de la fecha normal de brotación de la variedad
Debe contarse con asesoramiento técnico para su uso, ya que factores como la temperatura del día de aplicación, el estado hídrico de la planta o incluso la posición de la yema (basal/apical) influyen en el resultado.
En agricultura ecológica, por supuesto, no está permitido el uso de sustancias de síntesis como éstas; la alternativa ecológica consistiría en extractos naturales (ajo, algas) anteriormente mencionados y técnicas culturales (cubiertas, etc.).
Cubiertas y manejo del microclima
Una estrategia física muy efectiva es el empleo de cubiertas de plástico o túneles sobre las cepas, que modifiquen el microclima invernal/primaveral. En Murcia, cada vez es más común la “viticultura bajo plástico” en uva de mesa.
Colocar una lámina plástica sobre el parral a finales del invierno genera un efecto invernadero que eleva la temperatura alrededor de las yemas durante el día, acelerando la brotación y protegiendo ante rocíos fríos nocturnos o heladas ligeras.
Según experiencias, con las cubiertas se puede adelantar la brotación varios días y conseguir que broten prácticamente todas las yemas al mismo tiempo, dado que la planta recibe condiciones óptimas de calor
Adicionalmente, las cubiertas plásticas tienen el beneficio de proteger luego la floración de lluvias o vientos, y en verano reducen estrés térmico al difuminar radiación.
No obstante, su instalación conlleva costos y requerimientos (estructura de soporte, ventilación para evitar exceso de calor, elección de film adecuado que deje pasar suficiente luz difusa, etc.
En producción ecológica, el uso de cubiertas es perfectamente compatible y de hecho muy conveniente para reducir necesidad de tratamientos. Una variante son las mallas térmicas o agronets, que no elevan tanto la temperatura como el plástico pero sí protegen de heladas y suavizan el microclima.
Riego de precisión y manejo hídrico
El agua es una herramienta sutil para influir en la brotación. Un riego invernal ligero puede ser importante si el suelo está excesivamente seco, ya que una sequía profunda puede demorar la brotación (raíces deshidratadas).
Por el contrario, suspender el riego a finales de verano fuerza a la planta a entrar en dormancia y concentrar reservas antes de la caída de hoja.
La instalación de sensores de humedad de suelo permite implementar esta “sequía controlada” con fineza: se puede monitorear hasta dónde baja la humedad para evitar dañar la planta, manteniendo un nivel de estrés justo el tiempo necesario.
Este tipo de control de riego asistido por sensores se está adoptando en explotaciones tecnificadas para gestionar mejor no solo la brotación sino también el vigor en todo el ciclo (ej. riego deficitario controlado en ciertos estados fenológicos, como recomiendan proyectos de investigación en uva de mesa.
En Murcia, donde el 100% de la uva de mesa es de regadío y los veranos son secos, el riego de precisión es un aliado para manejar el vigor y, en definitiva, la brotación.
Asistencia digital y modelización
Por último, no hay que olvidar las herramientas de apoyo a la decisión basadas en datos.
Actualmente existen aplicaciones y plataformas (muchas impulsadas por institutos como el IMIDA o empresas tecnológicas) que integran datos meteorológicos, sensores en campo y modelos fenológicos para predecir la fecha de brotación y otras fases, así como para recomendar acciones.
Por ejemplo, conociendo las temperaturas de enero-marzo, un modelo puede indicar “posible brotación adelantada, considerar podas en dos tandas” o alertar de “riesgo de helada para estado de yema hinchada en tal fecha”.
La inteligencia artificial también se está explorando: Algoritmos de machine learning alimentados con históricos de clima y brotación son capaces de anticipar con bastante precisión cuándo brotará cada variedad en una zona determinada y cuál será el porcentaje de brote esperado, permitiendo planificar recursos (personal para destalle, insumos, etc.) con antelación.
En Moyca estamos usando prototipos de visión artificial para contar yemas brotadas a partir de fotografías, facilitando calcular el porcentaje de brotación real y detectar fallos localizados. Estas tecnologías, representan el futuro del manejo en verde de precisión.
En definitiva, disponemos de múltiples soluciones para incidir sobre la brotación.:
– Genéticas
– Químicas
– Físicas
– Digitales
La elección de una u otra dependerá de la situación específica: en una parcela de producción de uva de mesa en cultivo ecológico se enfatizará lo varietal, bioestimulantes y cubiertas; en uno convencional intensivo tal vez se use un activador químico y sensores de riego; en cualquier caso, el objetivo es el mismo, asegurar un arranque parejo y vigoroso del parral, sobre el cual se construirán las operaciones en verde posteriores.
Recomendaciones para el manejo exitoso de las operaciones en verde en uva de mesa
A modo de recomendaciones generales, basadas en la experiencia agronómica y en los datos presentados, sintetizo las siguientes recomendaciones para un manejo exitoso de las operaciones en verde en uva de mesa:
Planificación según fenología
Calendario en mano, planificar cada labor en verde alrededor de las etapas fenológicas clave.
Por ejemplo: destallado justo tras brotación (brotes ~15 cm), atado antes de floración (30-40 cm), despunte durante floración, deshojado poscuajado, aclareo antes de envero. Usar registros históricos o modelos de grados-día para anticipar estas fechas ayudará a organizar la cuadrilla y recursos necesarios con tiempo.
Monitoreo de brotación y ajuste de carga
Prestar mucha atención a la brotación inicial. Medir el porcentaje de brotación real y comparar con lo esperado.
Si es menor, averiguar causas (¿falta de frío? ¿cepas débiles? ¿poda inadecuada?) y reaccionar: se podría compensar dejando más racimos (menos aclareo) si hay menos brotes, o planificar para la siguiente poda dejar más yemas.
Si es mayor (brotaron hasta yemas secundarias), ser más agresivo en destalle. Llevar un cuaderno de campo con estos datos por parcela ayuda a tomar decisiones informadas y planificar próxima poda reduciendo el número de yemas totales por planta.
Mantener el equilibrio vegetativo
Durante todas las operaciones en verde, recordar el objetivo del equilibrio. No dejar la planta raquítica ni tampoco selvática. Un mantra es: cada racimo debe ir acompañado de suficiente hoja.
Por ejemplo, tras aclareo, calcular que queden al menos ~15 hojas funcionales por racimo para asegurar buen llenado de bayas (dependiendo de variedad).
Asimismo, cada brote debe tener su espacio; si dos brotes se amontonan, quitar uno (destalle). Si una parte del parral está muy densa, deshojar un poco más ahí. Si otra está pelada, quizás no destallar tanto allí. Este balance heterogéneo a veces se maneja zonalmente dentro de la parcela.
Atención al clima
Adaptar las operaciones en verde a las condiciones climáticas de la campaña. Años húmedos requerirán quizás un deshojado más intenso y temprano para prevenir hongos.
Años extremadamente secos y soleados, un deshojado muy ligero para no exponer en exceso. Si se prevé una ola de calor en pre-envero, tal vez convenga no haber despuntado demasiado para que la planta tenga suficientes hojas que protejan el racimo. La flexibilidad es clave: las “recetas” se ajustan según el clima.
Por ejemplo:
– en primaveras frías, es preferible no tocar hojas hasta que pase la floración (evitar despunte o deshoje) y luego sí intervenir.
– En veranos de calor extremo, mantener una capa foliar protectora es vital; se ha visto que un deshojado excesivo puede mermar calidad por golpes de sol.
Registro de prácticas y uso de tecnología
Documentar qué se hizo, cuándo y con qué resultados, para cada labor en verde. Esto con el tiempo genera información valiosa para mejorar.
Hoy existen aplicaciones móviles sencillas donde el viticultor puede anotar: “destalle hecho tal fecha, vigor tal, se eliminaron X brotes promedio” y quizá adjuntar fotos. Incluso algunas apps permiten geo-referenciar zonas donde se detectó brotación irregular o incidencia de plagas, de modo que el siguiente año uno sabe dónde poner ojo.
Del mismo modo, aprovechar estaciones meteorológicas o sensores si se tienen: por ejemplo, un sensor de humedad puede guiar la decisión de iniciar riego tras floración para sostener el crecimiento del racimo, o de cortar riego pre-entrada en dormancia.
Las herramientas digitales son un apoyo, pero no sustituyen el ojo experto; combinarlas con recorridos frecuentes por el campo es la mejor práctica.
Formación del personal y seguridad
Las operaciones en verde, al ser manuales en su mayoría, requieren personal capacitado.
Invertir en formación de podadores y cuadrillas se refleja en calidad: enseñarles a distinguir un brote doble, a no dejar un racimo liado, a deshojar sin arrancar raquis, etc.
También velar por la seguridad laboral: algunas labores en parral se hacen en altura en plataformas, hay riesgos de cortes con tijeras, calor fuerte en verano.
Proveer hidratación, descansos, y ergonomía mejora el rendimiento y evita lesiones.
Enfoque ecológico integrado
Para quienes sigan protocolos de producción integrada o ecológica, es importante usar las operaciones en verde como herramientas de control cultural. Un buen destalle y deshojado disminuyen la presión de plagas/enfermedades, reduciendo necesidad de fitosanitarios.
Mantener cubierta vegetal en la calle puede ayudar a vigor moderado (compite algo por nitrógeno) y a biodiversidad que controle plagas, permitiendo quizás menos despunte porque la planta no es tan vigorosa.
El embolsado de racimos – donde se coloque – puede casi eliminar tratamientos, protegiendo la uva de forma ecológica
Todas las operaciones deben pensarse en conjunto con el manejo fitosanitario y nutricional, no aisladamente.
En resumen, las recomendaciones giran en torno a observar, equilibrar y anticiparse. Observar el parral y su brotación, equilibrar la carga y el follaje con las manos del viticultor, y anticiparse apoyándose en la ciencia y tecnología disponible.
El arte del manejo en verde: tradición y precisión en los viñedos de uva de mesa murcianos
Cada parral es único; lo que funciona en uno puede que en otro requiera matices. Pero aplicando estos principios generales, se sientan las bases para obtener uva de mesa sin semillas de excelente calidad de forma consistente.
Las operaciones en verde en uva de mesa sin semilla representan la fina artesanía agrícola que transforma los parrales murcianos, año tras año, para producir esas uvas impecables que llegan a nuestras mesas.
Detrás de cada racimo grande y dulce hay un trabajo meticuloso: hubo brotes eliminados a tiempo, sarmientos guiados con paciencia, puntas podadas con visión técnica, hojas quitadas con medida justa, racimos seleccionados con criterio… En definitiva, una labor humana experta acompañando a la vid en su ciclo natural para llevarla a su máximo potencial.
Innovar sin perder la esencia: el futuro del parral de uva de mesa murciano
Desde la perspectiva del ingeniero agrónomo vitícola, es impresionante cómo convergen la ciencia y la práctica tradicional en este ámbito. Entender la brotación – ese momento casi mágico en que la planta despierta – nos hace valorar la resiliencia de la vid y a la vez nos reta a estar preparados para asistirla. No siempre la naturaleza brinda las condiciones ideales: habrá inviernos demasiado cálidos, primaveras secas o lluviosas, cepas agotadas por la cosecha previa… Ahí es donde el manejo en verde y las tecnologías asociadas juegan un papel crucial.
El productor hoy dispone de un arsenal de conocimientos y herramientas que generaciones pasadas no tenían: sabemos de fisiología de la vid, contamos con modelos climáticos, con bioestimulantes biotecnológicos, con sensores e inteligencia artificial emergente. Pero también mantenemos vivas técnicas centenarias como la poda manual, el despampanado o el simple acto de “escuchar a la planta”.
En la Región de Murcia, la uva de mesa es más que un cultivo: es un patrimonio agrícola y económico. Las cifras récord de producción de uva sin semilla en 2023-2024 son testimonio de la dedicación de los agricultores murcianos.
Sin embargo, esos números solo cuentan parte de la historia. La otra parte está en las plantaciones a pie de parral, donde cuadrillas de hombres y mujeres trabajan bajo el sol, aplicando estos manejos en verde cepa por cepa.
Su experiencia, combinada con la guía técnica, ha logrado que Murcia prácticamente “se adueñe” de la producción de uva apirena en España y compita a nivel mundial. Y lo han hecho innovando sin perder la esencia: adaptando invernaderos de hortalizas para la vid, integrando control biológico, experimentando con nuevas variedades licenciadas, pero también respetando los ritmos naturales de la vid y el entorno.
El desafío continúa, desde luego. El cambio climático podría alterar los patrones de brotación; la escasez de mano de obra encarece las labores en verde; el mercado exige uvas perfectas con menos insumos químicos.
Por ello, el futuro de las operaciones en verde seguramente incorporará más automatización (¿quizá robots podadores o deshojadores?), más apoyo de datos (predicciones fenológicas finas) y variedades que faciliten el trabajo (resistencia a nematodos o enfermedades endémicas como oidio, mildiu o botritris).. Pero difícilmente se podrá – ni se querrá – prescindir del todo de la atención personal que requiere cada planta. La interacción hombre-vid es y seguirá siendo especial.
Viticultura de precisión: el manejo verde como eje de excelencia
Gestionar la brotación y las operaciones en verde en uva de mesa es un ejercicio de equilibrio y conocimiento, casi un diálogo con la planta: le quitamos aquí, le damos allá, la guiamos, la frenamos un poco o la alentamos según veamos su necesidad.
Al final de la campaña, cuando se recolectan racimos perfectamente formados, podemos apreciar que valió la pena cada esmero.
Y en invierno, cuando la vid duerme de nuevo, empieza la planificación de cómo ayudaremos a que despierte con éxito la próxima primavera.
Esa es la esencia de la viticultura de uva de mesa en Uvas Moyca: un ciclo continuo de aprendizaje e intervención cuidadosa, para que la naturaleza y la técnica conjuguen en un fruto de excelencia.
Autor: Ingeniero Agrónomo Jerónimo García Monreal – Chief Product Officer de Moyca