Muchas personas todavía son reacias a comer uvas sin semillas porque creen que son transgénicas y se consiguen químicamente. Lo cierto es que las uvas sin semillas surgieron de mutaciones naturales hace centenares de años. Las variedades sin semillas actuales se han ido obteniendo por cruzamientos hechos de forma natural usando la hibridación clásica (aplicando polen de unas variedades a flores de otras).
Cómo se obtienen los sabores especiales
Gran parte de la sociedad todavía no conoce las uvas con sabores especiales como por ejemplo algodón de azúcar, mango, caramelo, fresa, etc.
Otras muchas personas sí que las conocen, pero no creen que puedan ser saludables y piensan que son transgénicas, que se obtienen de forma química, y que se utilizan saborizantes.
Realmente, estos sabores se consiguen igualmente por hibridación clásica (aplicando polen de unas variedades sobre flores de otras) y usando variedades ya existentes con sabores como el moscatel (muy conocido por los consumidores) y el sabor labrusca (menos conocido) que procede de variedades de vid de la especie Vitis labrusca.
Cuando se hibridan variedades con sabor moscatel con otras de sabor labrusca se producen combinaciones al azar que dan como resultado los diferentes sabores que ofrecemos, algo novedoso y con sabores exquisitos.
La técnica usada para la obtención de las nuevas variedades de sabores es la hibridación clásica por lo que claramente no son variedades transgénicas, sino uvas totalmente naturales y saludables.